El punto malo de hacer dos campeonatos, es que, al no ser del mismo organizador, las fechas no están compaginadas y puede ocurrir que, sean en dos fines de semana consecutivos. Tras las 24 horas de Barcelos, una semana después tocaba la segunda prueba del PT Open XCR (de 12 horas). Muy juntas pero, forma parte del reto de hacer dos campeonatos de resistencia.
Pero, el “destino” me había reservado otro plan: se suspende la prueba del PT Open. Cambio de planes; en lugar de descansar esa semana, empiezo a entrenar (sin pasar de cuatro horas). Cualquier cerebro más o menos normal, hubiese mandado la orden de esperar a la siguiente carrera pero, el mío (si es que tengo) tiene bastante daño y se me ocurrió la brillante idea de “completar” la temporada.
Dos semanas después de Barcelos, se celebran en Moralzarzal (cerca de casa; menos de 100 kilómetros, nada, para lo que estoy acostumbrado), las Doce24. Nunca ha sido mi carrera favorita (por el sistema de desempate de vuelta rápida) pero, me apetece correr cerca de casa. El primer objetivo era hacer una recopilación de datos de pulso, velocidad, tiempo,… para intentar analizarlos después. Al final, no se pudo hacer y fue una carrera normal, sin otro objetivo que el puesto y la experiencia.
La semana va mal, como en todas las carreras últimamente. Trabajo de noche y con las prisas y la falta de anticipación, sólo consigo que me hagan el viernes y el sábado. Esto quiere decir que, del mediodía del jueves (cuando me levanto) a la noche del viernes, no voy a dormir. La mejor manera de ir a una carrera de 24 horas, en la que, tampoco piensas dormir. El domingo, al rato de acabar la carrera, trabajaré otra vez por la noche.
El viernes, según salgo del trabajo y “facturo” a los niños en el cole, preparo todo y a las cinco de la tarde, salgo hacia Moralzarzal. Prefiero dormir allí y no tener prisas el sábado. Me encuentro con una conocida de las carreras en Portugal, Sonia Lópes y veo que está inscrito Rodolfo Días. Hace dos semanas se ha proclamado Campeón de Europa M40 (y en 2012, Subcampeón de Europa Elite). Un avión de combate. El año pasado perdió esta carrera (tras sacar veinte minutos al segundo) por la vuelta rápida y este año, viene con la lección bien aprendida.
Por la mañana, empiezo con la dinámica de preparativos (luces, repuestos, alimentación, bebida,…). Me dirijo a la salida, un beso a mi mujer, a los niños y… ¡a la guerra!
El circuito me va gustando. Recuerdo que es el mismo que hace dos años (el del barro; creo que el año pasado lo cambiaron). Está bastante entretenido. Este año, ha habido una inscripción mucho menor que años anteriores, lo que, tiene su punto positivo en la ausencia de atascos y un menor tráfico. A la tercera vuelta, ya empezaba a hacer tramos en solitario, sin nadie que te achuche o te frene. A mí me gusta más así, no me gustan las multitudes.
Ruedo a ritmo constante, alto de pulso, alucinando con los valores máximos en la subida inicial. Voy relativamente cómodo, sin saber el puesto en el que voy pero, empiezo a intuir que no voy mal. Rodolfo no me dobla y eso es señal de que voy relativamente rápido (y que la vuelta es larga). Al final, me dobla a las ocho horas. Por la diferencia de nivel entre él y yo, es muy tarde. Se me hace raro y me entero que ya voy segundo, sacando algo de ventaja al tercero.
Coincido con el tercero y me dice que va muy cansado y que va a parar en breve a descansar. Le animo a que pelee el podio. Sé lo que cuesta llegar hasta el podio, me ha llevado años empezar a rondarlo.
Sigo una estrategia parecida a Barcelos, en cuanto a alimentación. Cada 3-4 horas paro a tomar un gel, beber bastante y comer algo (sándwich, donut,…), empleando en la operación, más o menos, un minuto. Salvo en un caso, que se me cayó el sándwich al suelo (y recogí, por supuesto; no voy a perder otro minuto la vuelta siguiente en comer), todo iba perfecto.
Llega la hora de poner las luces. Hago que coincida con una de las paradas de comer y además, me pongo de largo. No es un fin de semana caluroso y en cuanto va bajando el sol, la temperatura decae bastante. Empleo unos cinco minutos en todo.
Sé que Rodolfo es muy superior a mí, por lo que, mi objetivo principal será mantener el segundo puesto, intentando estar cerca del portugués, para que, no pueda descansar y haya una posibilidad, aunque sea remota, de que falle. En caso de empate a vueltas, pierdo porque, tiene una vuelta rápida casi tres minutos mejor que la mía. Desde el principio sé que por mucho que corra, un diesel como yo, voy a hacer una vuelta rápida bastante floja, por lo que, ni me molesto en intentar hacer una vuelta algo mejor que el resto. Es un riesgo que tengo que correr; lo prefiero, a pegarme una petada buscando una vuelta buena (que casi seguro que no voy a conseguir, dado lo lento que soy) y pagarlo en toda la carrera.
Durante la noche, sigo la misma tónica que a lo largo del día. Ritmo constante, sorprendentemente rápido (para una tortuga) y sin muchas pérdidas de tiempo.
Entre las tres y las cinco de la mañana, tengo una crisis. Empiezo a tener frío y me tengo que parar dos veces a abrigarme más. Y lo peor, tengo una sensación constante (a pesar de ir comiendo a menudo) de vacío en el estómago (que suele ser el preludio del vacío en las piernas y el bajón bestial).
Como conozco esta sensación bastante bien, sigo comiendo y bebiendo, con lo que, consigo evitar ese bajón. Lo malo, es que, con esas paradas, aunque cortas, me va cayendo un chorreo de minutos tontos que, me hace perder una vuelta. Ya estoy a dos de Rodolfo. No es ideal pero, son muchas menos de las que pudiera soñar antes de empezar.
Como es frecuente en carreras tan largas, tras un bajón, viene una recuperación. Empiezo a enlazar vueltas buenas, constantes y le recupero una vuelta a Rodolfo. Ya ha amanecido y voy muy buen. Llevamos casi veinte horas y el ritmo, se vuelve a parecer al del inicio de la carrera (por la noche, por motivos obvios, se va más lento).
Otra consecuencia de la improvisación y de decidir competir la misma semana de la carrera, es que, mi mujer se tiene que ir a las nueve de la mañana. Me quedo un rato solo. No me pasa nada pero, prefiero que esté; falta medio equipo.
En una de las vueltas, veo a Rodolfo que no va bien. Me pega el subidón del siglo. Estoy “apretando” a un Top, a alguien que ves en las páginas web de bicis, como alguien inalcanzable.
Pero, lo mejor está por llegar. Al estar solo, me hago un lío (le paso varias veces, al parar y adelantarnos mutuamente; sin cogernos vuelta) y una de las veces que me desdoblo, creo que, me pongo primero (sin contar la vuelta rápida; que me obligaría a doblarle para poder ganar). En realidad, me pongo en la misma vuelta. Pero, al quedar unas tres horas, pienso que, puede haber una pequeña posibilidad de doblarle (hay que intentarlo) y me pongo a tirar como un loco. Para llegar a adelantarle doy dos vueltas a menos de 30 segundos de mi mejor tiempo (veinte horas antes), agónico. Le adelanto al pasar por meta y hago la subida dura del principio, como un cohete, le descuelgo. Sigo tirando a muerte, voy a un ritmo que sé que no puedo mantener durante las tres horas que quedan pero, se me acaba el tiempo y es la única forma de intentarlo.
Pero, a mitad de circuito, me vuelve a coger. Veo que va a ser imposible doblarle (en realidad, le tengo que sacar dos vueltas pero, en ese momento, no lo sé). Lo acepto y disfruto de lo que queda de carrera. Damos dos o tres vueltas juntos y decidimos parar un rato. Mi puesto no peligra y no tiene sentido sufrir más.
Nunca hubiera soñado estar tan cerca de un máquina como Rodolfo pero, por fin, tanto entrenamiento, esfuerzo, desgaste,… ha dado sus frutos. Es posible que sólo sea un buen día y que no sea mi nivel real pero, me da igual. Intentaré que no sea así y dar toda la guerra que pueda en lo que queda de temporada: otras cinco carreras de 24 horas (como poco). Va a ser difícil pero, hay que intentarlo.
Dentro de otras dos semanas, retomaré el Troféu Internacional 24h en Junqueira. Tres carreras de 24 horas en cinco fines de semana… al principio dudaba de la existencia de cerebro en mi cabeza, ahora confirmo plenamente su ausencia.
¡Hasta Junqueira!
Fotos: CSJ
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