viernes, 30 de noviembre de 2012

Oh meu Deus 2012 Rd3: Covilha-Guincho (parte 5, conclusiones)

Es el momento de la reflexión, de pensar en lo que buscaba con esta carrera y lo que dejaré de buscar, a raíz de hacerla. Mi planteamiento de las carreras ha sido buscar el reto en el que dudase si era capaz de hacerlo. Así llegué a las de 24 horas, sabiendo que las maratones (a secas), es cuestión de tiempo hacerlas. Salvo por cosas raras (caídas, averías, barro,…), no hay problema en hacer 100 ó 150 kilómetros, si los haces a tu ritmo. Una vez que lo has hecho, sólo te queda hacerlo más deprisa. Es una dinámica que no me gusta, pero en la que, sin querer (y sin poder evitarlo, hasta cierto punto) me he metido en las carreras de 24 horas. Una vez que haces la primera del tirón, sólo te queda hacerla más rápido; no hay más horas que montar, sólo más kilómetros que hacer en esas horas.

No he podido hacer carreras por etapas (por motivos económicos) pero, tampoco me llaman del todo la atención (lo que no quiere decir que no me apetezca hacer alguna) porque, son una sucesión de maratones y lo que eso supone (que la duda de si eres capaz de llegar, sólo depende del ritmo).

Al conocer de la existencia de esta carrera se me “abrió” el cielo. Por fin un carrera más larga de 24 horas, en la que, no tenía nada claro acabar, aun yendo a ritmo lento. Quizá me hubiese gustado un paso intermedio entre 24 y 62 horas, pero era lo que había y no lo iba a dejar pasar. Como ya he dicho, me daba miedo, bastante miedo, estar dos días y medio pedaleando, durmiendo lo  mínimo y sufriendo lo máximo.
Es posible que sea una mezcla de masoquismo o prepotencia pero, estaba buscando la carrera que me “destruyese”, la que fuese incapaz de acabar, para decir, hasta aquí he llegado. Buscar el límite absoluto de mi resistencia, en una palabra.

Gracias a Paulo y a Josué (y sus mentes diabólicas), dejaré de buscarla. He aprendido que no hay límite. Haces lo que tu cabeza quiera. Si no quiere que acabes, lo dejarás hasta en un rally llano de 20 km. (lo hice en su momento). No buscaré el límite, por el mero hecho de buscarlo. No seguiré subiendo peldaños de una escalera que no tiene fin, salvo que lo pongas tú. Esto no quiere decir que si encuentro una carrera más dura, no la vaya a hacer. Iré (si puedo) sin dudarlo.
 
Cuando acabo casi todas las carreras de 24h, en los primeros momentos siempre pienso en dejarlo, en que ha sido la última que hago. El camino de vuelta suele ser donde ordeno las ideas y sensaciones que he tenido, es el momento en el que reflexiono y en un rato ya estoy diciendo “en la próxima, en vez de hacer esto, hago lo otro”. A mi mujer le entra la risa, porque siempre me pasa igual. Esta vez ha sido lo mismo, aunque algo distinto. He acabado diciendo que volveré, pero he tardado más. Una semana, más o menos (podría ser que coincida con el tiempo que coincide con los últimos trozos de piel seca que me he quitado de las posaderas o cuando empiezo otra vez a pedalear). Seguiré buscando las carreras o los retos más duros que pueda hacer, aunque con otra mentalidad. Ahora no busco morir; he aprendido que, si uno quiere, lo acabará, sea lo duro que sea. Nuestro límite es, nuestra cabeza y lo grandes que sean nuestros sueños.
 
  



 
 
Distintos momentos de la carrera

Fotos: CSJ

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