Última
carrera de la primera parte de la temporada, cuarta de 24h casi seguida, con
solo una semana entre ellas (excepto para esta, que tengo dos libres). Después
vendrá una silly season, hasta
finales de agosto, donde enlazaré otras tres casi seguidas (también, con una
libre entre ellas). Pero, eso será más adelante.
Ahora toca
contar la batalla de las 24 horas de Lordelo, tercera prueba del Troféu
Internacional 24h.
Las
previsiones meteorológicas para la zona de la carrera eran las mismas que, para
casi toda la Península :
ola de calor. En Junqueira, la temperatura fue más baja que en Madrid, lo que
nos vino muy bien. Pero, no iba a ser el caso. Nos íbamos a cocer, no había más
remedio.
Esta vez,
las obligaciones familiares hacen que mi mujer se tenga que quedar en casa,
acompañándome mis padres. Dura tarea les espera. Viaje tranquilo y por una vez,
llegamos a buena hora, de día.
Primer
inconveniente nada más llegar, el líquido de la cámara de la rueda trasera ha
dejado de cumplir su función, al tener un pinchazo el lateral y no llegar el
líquido (empeorado por no girar la rueda en el viaje). Pongo un parche porque,
es mejor que intentar meter líquido en una cámara de válvula presta. Una vez solucionado, doy una
vuelta de paseo, para ver el circuito. Es muy corto, no llega ni a los cuatro
kilómetros, con subidas cortas y empinadas, bastante revirado, prácticamente
alrededor de un río. Hablo con los organizadores (los conocí en Barcelos) y les
comento lo corto que es circuito y me dicen que es así, porque se adapta a
corredores de todos los niveles.
Nos colocamos en un sitio bastante bueno y nos disponemos a cenar. De repente, encienden la música de los coches de choque que había enfrente y que pensábamos que eran para mañana. Tienen cinco altavoces pero, están juntos y orientados hacia nosotros. Cambiamos de sitio; preferimos arriesgarnos a perder el sitio. Dormimos bien y a la mañana siguiente, recuperamos el sitio que teníamos. Para completar, nos colocamos juntos todos los españoles (Os Aforcados, Manuel Amado y nosotros). Nos podemos echar una mano si lo necesitásemos. Pocos pero, bien avenidos.
Últimos preparativos y a la salida. Aunque son sólo las once de la mañana, hace mucho calor y claro está, va a hacer mucho más. Como es lógico, es lo que más me preocupa.
Se da la salida y salgo algo más rápido de lo normal. Quiero escaparme un poco de Carlos (Pinto) y evitar los tapones que se puedan formar en un circuito tan corto y con tantos participantes (en Solo, somos más de cien…). Voy cómodo pero, el calor va haciendo mella. Bebo mucho y hago algo insólito en mí: mojarme. No me gusta nada que me echen agua por la cabeza; es una manía mía. Pero, en este caso, hasta voy buscándolo.
Cuando parece que voy consiguiendo separarme de él, noto la rueda trasera floja. ¡Pinchazo! Su p… madre. No me complico y cambio la rueda completa. Me doy cuenta de que, con las prisas del viaje, me he traído la rueda trasera equivocada (una Crossmax SL, con cámara con el líquido seco). No pierdo mucho tiempo en la operación pero, lo suficiente para perder la ventaja que tenía con Carlos.
Al poner la rueda nueva, tengo dos problemas. El primero tiene fácil solución, no cambia bien y lo voy solucionando sobre la marcha, sin pérdida de tiempo. El segundo, no lo puedo solucionar sobre la marcha y es que los malditos trinquetes del núcleo, se atascan y no hace bien la rueda libre. Hace el ruido típico que, si bien no da muchos problemas, me distrae en una curva, entro un poco rápido, freno tarde y bruscamente y me voy al suelo. No parece haber daños. Me levanto y sigo.
Sigo bebiendo mucho pero, tengo el problema de que no como apenas. No me entra la comida, no puedo tragar. Sé que va a ser un problema si no le pongo solución.
Vuelvo a notar la rueda trasera floja. Otro pinchazo. No me queda más remedio que arreglar la primera rueda y de paso, quitarme el problema de los trinquetes del núcleo. Arreglo y vuelvo a la batalla. He perdido el puesto con Carlos. Toca atacar un poco para cogerlo.
Durante mucho tiempo, mantengo un pulso desorbitado. Subo de 170 ppm. constantemente, durante bastantes horas (soy de pulso relativamente bajo; mis entrenamientos son con medias de 120-130). Voy un poco preocupado por este tema. Me surge algo nuevo. Me duele el costado izquierdo bastante y respiro con un poco de dificultad. Pienso que pueden ser gases o algo muscular por la zona del corazón. Sigo igual, aunque algo preocupado.
Continúo con los problemas a la hora de comer y tengo que tomar la determinación de parar y no volver a salir hasta que no sea capaz de comerme, al menos, un sándwich. Parece una tontería pero, me lleva más de cinco minutos comérmelo. Lo que normalmente hago en marcha y no pierdo ni un minuto, ahora me obliga a parar. Voy ya por el tercer gel y no he comido casi nada.
Voy tercero, esperando que caiga el segundo. No nos afecta para el campeonato, porque no lo sigue. No tengo prisa, tengo mucho tiempo por delante. Antes de poner las luces, ya me pongo segundo. Empiezo a ir un poco mejor, aunque mantengo todos los problemas (sigo sin comer y lo del costado).
Pongo luces
y prosigo con mi guerra particular con Carlos. Aún seguimos sin separarnos ni
cinco minutos. Mientras, tanto gel y líquido y tan poco sólido, hace que,
empiece a tener mucho ardor de estómago. Un problema más. Según pasa el tiempo,
el ardor se va intensificando y empiezo a tener ganas de vomitar.
A las dos o tres de la madrugada (unas catorce horas de carrera), orino por primera vez. Tras beber unos ocho litros de agua, una meadita corta, da una idea de lo duro que ha sido a nivel de hidratación.
Un poco después, el estómago dice basta y empiezo a devolver. La verdad, es que, me quedo a gusto pero, sé que, al quedarme vacío es muy importante volver a comer y beber. Paro en meta y como y bebo algo. Me tomo otro gel y noto como “me quema” al bajar. Intuyo lo siguiente que va a pasar. Una vuelta más y otra vez echo todo. Vuelvo a empezar a comer y beber. Lo último que tomo es isotónica y al ser ácida (sabor lima), me hace el mismo efecto.
Vuelvo a
vomitar. El problema es que lo último que echo es de color rojo. Engaño a mi
madre diciéndole que es el gel (es de ese color) para que, no me dé la tabarra
pero, sé que no es el gel. Como otro poco y bebo y vuelvo a salir.
El quinto puesto, lo ostenta, Manuel Amado, el otro español de la categoría que, con ese puesto mantendrá su cuarto puesto de la general. Me dice que, se conforma y que no me atacará, por lo que, intentaremos no salir ya más a pista. Pero, el sexto tiene ganas de guerra y nos hace que tengamos que salir a dar una última vuelta a falta de media hora de carrera. Le conseguimos mantener a raya y nos ahorramos tener que dar una segunda vuelta porque, pincha y no puede seguir. Mejor así. No apetece nada montar.
Al final, quedamos cuarto y quinto de la carrera, lo que nos hace mantener nuestras posiciones en la general (tercero y cuarto).
Tras esta carrera, viene un mes de julio y agosto (casi enteros, los dos), sin ninguna carrera, por lo que, es buen momento para la reflexión (poca) y entrenar (también poco, por las obligaciones familiares de los niños, al no tener colegio).